Ante un conflicto de las dimensiones de la guerra en Ucrania, en la que participan tantos actores y con tan distintas perspectivas, como son: Ucrania, Rusia, China, EEUU, la Unión Europea y el Reino Unido, muchas y diversas son las opiniones que se generan al respecto.

Nadie puede permanecer impasible, contemplando la terrible tragedia que está aconteciendo en ese país, que está siendo arrasado y cuya población está siendo diezmada en proporciones masivas.

Es por ello que nos interesa conocer la opinión sobre todos estos acontecimientos del presidente y fundador de nuestro grupo Kepa Azarloza, al que invitamos a reflexionar sobre el tema y a compartir sus opiniones con todos nosotros, tal y como también han hecho compañeros como Krzysztof Lewandowski desde VASCO Polonia.

 

 

Si, sin duda ello generó tensiones en el País entre proeuropeistas y prorusos. Ante ello, Bruselas, con la supervisión de Washington, y Moscú tomaron posiciones antagónicas que incentivaron el conflicto.

 

 

Toda acción tiene unos antecedentes, y en el caso de Ucrania no puede ser menos. Sin remontarnos al período mongol y posterior otomano, con la desaparición de la época zarista (1917), Ucrania quedó integrada en la URSS hasta que en 1991 esta Federación desapareció, y el país obtuvo la independencia. La desaparición de la URSS conllevó la disolución del Pacto de Varsovia, que era la respuesta de Moscú a la OTAN, y con ello Rusia quedaba desguarnecida ante una Alianza que siempre ha tratado de expandirse.

Esa estrategia de bloques antagónicos ha conllevado que en todas las contiendas bélicas que el mundo ha sufrido después de la Segunda Guerra Mundial, cada bloque haya ayudado a una de las partes. Por una parte la OTAN y en la otra Rusia, China y países de corte comunista.

 

 

No, la invasión de Ucrania por parte de Rusia, y sus cruentas consecuencias, no tiene justificación posible. Las posibles disidencias que siempre han existido tenían que haberse resuelto de forma diplomática. Rusia anexionó Crimea el año 2014 y desde entonces apoya a los separatistas prorrusos de la región de Donbás. Ello ha generado continuos enfrentamientos entre Kiev y Moscú; y la comunidad internacional ha rechazado dichas intervenciones por parte de Rusia.

La concentración de fuerzas militares en la frontera durante meses antes de la invasión pretendió justificarse por parte de Putin alegando que Ucrania y resto del mundo debía aceptar la pertenencia de Crimea a Moscú y que la región de Donbás tenía derecho a independizarse.

Lo que no podemos negar es que Crimea estuvo bajo el paraguas de Moscú a raíz de la desintegración del Imperio Otomano (1720) y que pasó a integrarse en Rusia sobre el 1785. Fue el año 1954 cuando Nikita Kruschov (había sido gobernador de Crimea), gratuitamente, cedió el territorio a Ucrania alegando que ambos eran territorios hermanos.

Y en cuanto a Donbás, (territorio que se compone de tres zonas: dos de ellas están en Ucrania y la tercera en Rusia), fue también en 2014 cuando hubo elecciones en las que salieron ganadores los prorusos independentistas; que son los que están en el poder y se mantienen desde entonces en guerra con el ejército regular de Kiev. Ucrania y los países occidentales pusieron en tela de juicio la validez de dichas elecciones.

Nunca sabremos las verdaderas intenciones de Putin, pero lo exigido por él antes de la invasión de Ucrania, fue la aceptación de que Crimea pertenecía a Rusia, reconocer la capacidad del territorio de Donbás para decidir su futuro y que Ucrania no entrase en la OTAN. No parecía que las demandas de Putin fueran demenciales y el haberlas abordado de forma diplomática, seguramente pudiera haber evitado semejante horror.

 

 

La política de bloques a nada bueno puede conducir. Europa no debería estar integrada en bloque alguno; tendría que marcar su propio rumbo y ser autónoma sin depender de Estados Unidos ni de nadie. Ser amigo de todos: Estados Unidos, Rusia, China, etc.  Acercarnos a Rusia, cuando ello sea posible. Que el pueblo ruso vea que al Oeste de los Urales son europeos y que queremos tenerles como amigos. Pero seguramente el menos interesado en ese estatus sea el propio Estados Unidos.

A partir de la Segunda Guerra Mundial los conflictos bélicos no han tenido tregua: Corea, Vietnam, Afganistán, Golfo Pérsico, Balcanes, Irak, Siria, Yemen… No podemos ignorar que la industria armamentística es potentísima y que necesita ser alimentada. Y su sustento, aunque reconocerlo sea demencial, son las guerras. Cada parte en la contienda dará sus explicaciones, pero la realidad es que la guerra es la única forma de mantener en activo la industria armamentística.

La potentísima industria armamentística necesita guerras pues de lo contario se pararía. Cada parte de la contienda dará la versión de los motivos, pero es evidente que las guerras continúan sin tregua y que cada bloque (OTAN y su antagónico) apoya a una de las partes y que ello comporta la muerte de millones de seres humanos que no saben a ciencia cierta de que va todo aquello.

De hecho los países producen más armamento son: Estados Unidos, Rusia, China, Alemania, Francia… La semana siguiente a la invasión de Ucrania por parte de Rusia, el parquet de la bolsa de Wall Street dio incrementos de 8.000 mm de USD en la industria armamentística. Según Wikipedia EEUU vende armamento a unos 100 países y Rusia a unos 50.

 

 

Parece claro que, aunque Europa, en general, se vista de cierto liberalismo social, Estados Unidos impone un neoliberalismo donde los intereses económicos prevalecen. Los valores de la Ilustración que situaban al ser humano como centro de interés y que promovieron tendencias prometedoras, terminada la Segunda Guerra Mundial de diluyeron; desde los tiempos de Donald Reagan y Margaret Thatcher el mundo ha dado un giro radical. Es cierto que el indicador Renta Per Cápita aparece por todas partes, pero las desigualdades son brutales y los medios para generar riqueza con frecuencia poco edificantes.

 

 

No cabe duda que la principal beneficiada es la industria armamentística. La industria farmacéutica (militar) tampoco andará coja y luego llegarán las constructoras que tienen que arreglarlo todo. Y ya de paso las petroleras que por el camino van haciéndose de oro.

 

 

Bueno, ya vamos viendo a corto plazo como compramos más caro y que con ello nos llega la inflación que nos empobrece. Es de prever que en el medio plazo, pasada la contienda, las necesidades se hayan incrementado y con ello la demanda y las necesidades financieras.

 

 

Durante la guerra unos pocos pueden enriquecerse, pero en general tendremos que tratar de controlar la sostenibilidad de nuestras empresas. Posterior, habrá que mover materiales seguramente en mayor medida que la habitual y la demanda ordinaria volverá a su nivel.

 

 

Cuanto más dure, más será el daño a la economía en general; pero no creo que la dejen enquistarse en el tiempo. Favorecería a unos pocos, pero el daño sería tremendo.

 

 

Como al resto de las empresas del sector logístico. Las guerras conllevan inseguridad y esta es la peor receta para la inversión; y la falta de ésta conlleva la falta de desarrollo económico.

 

 

Como en el resto de la sociedad. Un verdadero desastre con multitud de muertes y daños irreparables, algunos de los cuales perdurarán en el tiempo. Millones de emigrantes, la mayoría de los cuales, dentro de unos años querrán volver a sus hogares, una vez su país esté en condiciones de recibirlos. Es increíble que semejante tragedia ocurra entrados en el siglo XXI y lo terrible es que posiblemente no será la última.

 

 

Si, en el corto plazo y durante las tragedias todos somos solidarios. El problema es que enseguida nos olvidamos. Siempre han existido zonas en las que la población sufre miserias: hambrunas, falta de agua, etc., pero como nos pilla lejos y la prensa no les presta mayor atención, miramos para otro lado.

 

 

Lamentablemente la historia no nos deja ser optimistas. Las calamidades generadas por las ambiciones del ser humano se repiten una y otra vez. Puestos a soñar hablaríamos de una industria armamentística más controlada, de unas Naciones Unidas que no se limiten a intervenir cuando los intereses económicos de sus miembros ricos estén en peligro y que ninguno de sus miembros tenga derecho a veto, de la eliminación de los bloques. ¿Se imaginan una Europa colaborando con Rusia y amigo de EEUU, China, etc.? De unas políticas de ayudas para estructurar y generar riqueza en los países no desarrollados. Pero, repito, la historia nos dice que las ambiciones de los poderosos no nos lo permiten.

 

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Kepa Azarloza
Presidente de VASCO

 

 

 

Kepa Azarloza ha compartido también sus reflexiones sobre todo este tema con los lectores de los periódicos de Grupo Noticias donde ha publicado un artículo de opinión que puedes leer pinchando en este enlace.

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